Al Qaeda "ejecuta" a su rehén francés en venganza por el ataque que sufrió
La fallida operación de rescate de Michel Germeaneau por el Ejército francés incitó a la organización terrorista a asesinar al cautivo sin esperar a que venciera el ultimátum que había dado a Francia
La rama magrebí de Al Qaeda ha anunciado, a través de un comunicado, que "ejecutó" el sábado a su rehén francés, Michel Germaneau, de 78 años, en represalia por el ataque que padeció la semana pasada por parte de fuerzas de élite franceses y mauritanas.
La organización terrorista, que hizo el anuncio en un archivo de audio enviado a la cadena de televisión panárabe Al Jazeera, no esperó, por tanto, a que expirase este lunes el ultimátum que había dado a Francia el 11 de julio para que obtuviese la liberación de presos islamistas a cambio a la vida de Germaneau que fue secuestrado el 19 de abril en Níger.
"Anunciamos la ejecución del rehén francés (...) para vengar la cobarde operación de Francia", reza el texto del mensaje leído por Abu Musab Abdulqadud, uno de los cabecillas magrebíes de Al Qaeda. El presidente francés "Sarkozy fue incapaz de liberar a su compatriotas a través de la fracasada operación, pero, en cambio, abrió las puertas del infierno para él, su pueblo y su nación".
Germaneau, de 78 años, el segundo rehén occidental asesinado en el Sahel
Germaneau es el segundo, entre decenas de rehenes occidentales apresados en el Sahel desde 2003, en ser asesinado por Al Qaeda. El primero fue, en mayo pasado, el británico Edwin Dyer, de 60 años. Él y Germaneau estuvieron en manos de Abdelhamid Abu Zeid, el cabecilla terrorista con fama de más sanguinario.
Los dos cautivos españoles, Albert Vilalta y Roque Pascual, están desde hace casi ocho meses en poder de otra katiba (célula), la que capitanea el argelino Mokhtar Belmokhtar que no ha dado un ultimátum al Gobierno español.
Ataque fallido
El ataque que provocó la represalia se puso en marcha el miércoles por la noche en el noreste de Mauritania, de dónde partió una unidad de fuerzas especiales francesas y de soldados mauritanos rumbo al norte de Malí. Los últimos diez kilómetros los soldados los recorrieron a pie y de noche. Era la única manera de sorprender a los hombres de Abu Zeid.
Un par de semanas antes las autoridades mauritanas habían comunicado a las francesas que sabían que unos "150 combatientes" de Al Qaeda preparaban en Malí, a unos 150 kilómetros de su frontera, un ataque, previsto para el 28 de julio, contra su cuartel de Basiknu, en el noreste de Mauritania, según informaron el Ministerio de Defensa francés y de fuentes en la zona. La organización terrorista pretendía repetir a mayor escala el asalto del cuartel de Lemghety que en 2005 se saldó con 20 soldados mauritanos muertos.
Los responsables mauritanos anunciaron que lo intentarían abortar asaltando ellos el campamento de Al Qaeda. Su Ejército está siendo entrenado intensamente, desde principios de la primavera, por los Commandos d'Opérations Spéciales (COS) franceses al este de la pequeña ciudad de Atar. "La presencia de tropas extranjeras estacionadas en el territorio de Mauritania debe ser clarificada", exigía el sábado el órgano que coordina a los partidos de oposición mauritanos.
Desde que el 14 de mayo Germaneau apareció, muy desmejorado, en un vídeo, la DGSE, el servicio secreto francés, carecía de pruebas de que siguiera con vida. Los contactos con los terroristas habían quedado además interrumpidos y las últimas exigencias de Abu Zeid para liberar al rehén -la excarcelación por París del islamista Rachid Ramda- eran imposibles de satisfacer. Londres no cedió, en 2009, ante Abu Zeid y éste asesinó a Edwin Dyer, su rehén británico.
El presidente Nicolas Sarkozy decidió entonces que Francia ayudaría no sólo a los mauritanos a desbaratar el ataque en ciernes sino que trataría además de rescatar con vida al cautivo. Algunos chivatos malienses señalaban que estaba en el campamento que quería atacar Mauritania. Washington proporcionó, por su parte, información de inteligencia a los franco-mauritanos mientras que Argel reforzó aún más su frontera con Malí para impedir que la cruzasen los terroristas que huían.
Los helicópteros franceses despegaron el miércoles por la noche del noreste de Mauritania para depositar a una treintena de comandos franceses y a un puñado de mauritanos a unos diez kilómetros del campamento de Al Qaeda al que los soldados se acercaron caminando por el desierto. Lo rodearon y mataron a seis terroristas que intentaron empuñar sus armas para repeler el ataque. Otros cuatro, uno de ellos herido, huyeron despavoridos.
Aquí acabó la participación francesa, pero no la mauritana. Ya que había cruzado la frontera de su vecino, las tropas mauritanas siguieron persiguiendo a Al Qaeda por el desierto hasta el sábado a mediodía. Se adentraron a más de 200 kilómetros en territorio maliense y abatieron a un séptimo terrorista.
París y Nuakchot habían garantizado al Gobierno español que sus fuerzas no se aproximarían al campamento en el que Mokhtar Belmokhtar, otro cabecilla de Al Qaeda, tiene a sus dos rehenes españoles, Albert Vilalta y Roque Pascual, para no poner en peligro su vida. Aún así la operación se siguió en Madrid con honda preocupación.
A juzgar por las imágenes mostradas por la televisión mauritana, el balance de la operación es más bien escaso. Junto a la media docena de terroristas abatidos -Abu Zeid tiene cerca de 200 a sus órdenes- las cámaras mostraron teléfonos, fusiles AK 47, metralletas, municiones y cuatro vehículos todoterreno.
Amadou Toumani Touré, el presidente de Malí, que estaba de viaje en Chad, regresó el viernes a Bamako. Allí le esperaban el ministro de Defensa y el jefe de la Seguridad del Estado mauritanos para darle explicaciones sobre la incursión. Tras la reunión inauguró una conferencia de religiosos musulmanes de países francófonos. "La mejor arma contra el radicalismo", les dijo, "es predicar un islam tolerante que acerque culturas y civilizaciones".
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